jueves, 21 de mayo de 2009

Conciencia y meditación en época de recesión

A la crisis medioambiental y de valores se ha sumado una gran crisis económica que, el banquero y filántropo George Soros, gran conocedor del mundo global, ha calificado “peor que la de 1929” . Por lo tanto, en estos tiempos de recesión es esencial que prestemos atención a todo aquello que hemos aprendido y logrado como personas y como colectivo humano.

Nuestra manera de hacer habitual provoca que vivamos el día a día en un estado de permanente de disociación: mientras una parte de nosotros realiza alguna tarea cotidiana, de manera mecánica y repetitiva, nuestra mente divaga por otros tiempos y espacios, ajenos al momento presente y vital. De tal forma, en pocas ocasiones nos movemos realmente conectados con la actividad en cuestión.

Daniel Taroppio, psicòlic clinic, ilustra perfectamente esta manera de hacer: conducimos nuestro coche para llegar a casa, nos bañamos para estar limpios o trabajamos para ganar dinero. Al mismo tiempo pensamos que llegaremos a casa, que estaremos limpios y que ganaremos dinero… y así, nos perdemos el sencillo placer cotidiano de conducir un coche sólo por conducirlo, disfrutando de un buen hilo musical, del sol, de un paisaje o del sencillo placer del movimiento. Nos perdemos la delicia de bañarnos sólo por bañarnos, disfrutando del contacto con el agua, de las caricias de la espuma, de los aromas de las esencias y de el ambiente onírico de los lugares

llenos de vapor. Del mismo modo perdemos la oportunidad de trabajar en pleno contacto con “el trabajo”, con nuestra creatividad o con nuestros clientes.

Empezamos el día deseando acabarlo y volver al punto inicial pero, antes de que nos demos cuenta…volvemos a estar ahí. Un círculo vicioso que con el que, uno tiene tantos compromisos que no goza ni un momento para pensar en uno mismo. Según el maestro yogui Jivan Vismay, con el que ayer tuve la suerte de conversar, ahí está la clave: “El yoga no es solo son simples posturas y espiritualidad. Simplemente nos hace coordinar cuerpo y mente para poder valorar lo material en su justa medida, a las personas por sus diferencias (sin comparar qué es mejor o peor) y sobre todo, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos”.


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